sábado, 8 de noviembre de 2014

CRISIS NECESARIAS. CUANDO LA DESILUSIÓN NOS HACE CRECER


 La cuestión es que no paro de aprender.
Cada día es una nueva lección de vida y cada día voy acercándome a mi eje. Ese que meses atrás se me había desplazado tanto que ya no sabía dónde estaba parada.

Muchas veces en la vida nos perdemos un poco. Y soy una convencida que cuando se es una buena persona las cosas pasan para aprender de ellas.
Yo digo que nací hace un año, cuando la desilusión me arrastró a los peores sentimientos. Pero cual Ave Fénix, puedo afirmar que me convertí en un bebé sabio en poco tiempo.

Como alguna vez leí, las crisis las odiamos pero nos hacen crecer. Nos cambian las perspectivas y son tan necesarias como dolorosas.
Cuando hablamos de crisis hablamos de cambios en toda índole. Hay crisis en la economía, crisis en la política, crisis la salud, crisis en la educación.
Y hay crisis en las amistades, en las familias, en los matrimonios.

Puedo afirmar hoy que dicha crisis nos sacude y nos señala los puntos que se deben mejorar en nuestras vidas. Sin esta crisis andamos en automático y probablemente ni nos demos cuenta de lo que está mal, o simplemente dejamos para mañana lo que nos exige pensar.
Sin estos sacudones probablemente seguiría siendo el ser gris en que me había convertido estos últimos años.

Las crisis en los matrimonios pueden ser sólo lecciones, o pueden ser verdaderos problemas cuando uno de los protagonistas prefiere mirar fuera del hogar mientras se jacta de la familia que tiene ante los demás.
Es muy fácil caer en crisis cuando nos rodean en el trabajo gente de escasa moral que  se entregan a hombres y mujeres con familias, con todo egoísmo, sin importarles la familia ensamblada que tengan.
 Y es muy fácil caer en crisis cuando además por muchos motivos, necesitamos y queremos volver a la vida que llevábamos de soltero/a. O de adolescente inclusive.
Pero también se cae en crisis cuando alguien tiene conductas enfermizas sin saberlo, que enferman inevitablemente las conductas de quienes lo rodean. Y el amor se destroza y se esfuma.


Estas crisis son una suerte de jabón líquido para algunos.  Porque lava la verdadera cara de las personas y las nuestras también. Y aunque nos carcome la desilusión, sabemos que era necesario saber con qué personas contábamos, conocernos  y conocer bien a quién tenemos a nuestro lado.
Es en tiempo de crisis cuando conocemos realmente a una persona y cuando nos descubrimos a nosotros mismos.

En las crisis pueden pasar infinitas cosas. Puede pasar que nos duela ver como la persona que alguna vez amamos nos diga descaradamente en nuestra cara que no quiere tener una familia. Cuando ya tiene hijos adolescentes que la necesitan. Y cómo se le explica a sus hijos los olvidos, las ausencias. Porque una madre sólo puede ser madre.

Soy feliz porque puedo disfrutar de mis hijas cada mañana. Amo abrazarlas cada día, recibir su cariño cada día cuando llego del trabajo. Son mi ilusión, la razón de mis madrugadas y mis trasnoches. Porque se merecen la felicidad más grande, la dicha más gigante. Son dos corazones bellos que me hacen el ser más rico del mundo. Aunque la vida pase, y ellas hagan su propia vida, siempre estaré saboreando los tiempos compartidos, únicos e irrepetibles.

La vida me ha golpeado varias veces, pero lejos de tirarme, me ha hecho más dura y aguerrida. Nadie puede contra mí. Hoy soy invencible.


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