Casamiento de Carolina |
Se casó Carolina, casi una primita, una hermanita, más que una amiga, una niñita para mí, aunque ya sea una mujer con todas las letras. Es una de las dos hijas de una de las mejores amigas que tiene mi mamá.
El encuentro fue el ejemplo de que no importa cuánto te veas con una persona si hay un sentimiento mutuo de cariño. Hacía tantos años que no nos veíamos. Alrededor de 8 años, con contactos telefónicos de vez en cuando.
¿Por qué les cuento esto?
Cuando yo era pequeña era la persona más tímida de esta tierra. Me refiero a cosas como ir a una casa y esconderme bajo una mesa durante toda una reunión. A eso de los 6 años conocí a la amiga de mi mamá.
Verónica, Punta Indio-Pcia de Buenos Aires-Argentina- |
No pude olvidarlo porque fue la primera vez que salí sola de la escuela en 1er grado, con 6 añitos, (aclaro que vivía en VERÓNICA, un pueblo muy seguro de pocos habitantes, en medio del campo), la portera me ayudó a cruzar la calle angosta (previo acuerdo y autorización de mi mamá antes de entrar a la escuela) entonces caminé sola unos 50 metros hasta el departamento donde me esperaba mi mamá y Estela, la dueña del hogar (otra amiga de ella) junto a Titina, la futura gran amiga de mi mamá. Porque a partir de entonces empezaron a visitarse y a hacerse muy amigas.
Me recordaba en la fiesta que nosotras, con mi hermana un año mayor, fuimos las que nos dimos cuenta que ella estaba embarazada de su primera hija Dolores.
Recuerdo su enorme panza. Amaba a Titina. En el verano nos fuimos a Buenos Aires y cuando volvimos ya había nacido Dolo, en lo que es también mi pueblo natal. Corría el año 1976.
No me gustaba quedarme en la casa de nadie de pequeña, pero cuando nació Dolores, era tal mi fascinación que iba caminando de la escuela a su casa donde me esperaba mi mamá y allí me quedaba, hasta que José María volvía del trabajo, los acompañaba a hacer las compras con Dolo en mis brazos, y luego me llevaban a casa. Adoraba esa rutina. Era la única casa donde me encantaba quedarme sola. Amaba a esa niñita tan preciosa y dulce, de bucles pelirrojos. El juguete más bonito y querido. Lo que yo jugaba con esa nena!!! Amaba hacerla reir. Adoraba estar con ellos.
En el verano vinieron dos sobrinas de Titina: Silvia y Mariana. Yo tenía ya 9 años, ellas 8. Fue uno de los veranos más divertidos e inolvidabes. Qué manera de jugar, todas las tardes, incansablemente, bajo un calor que derretía. (En la fiesta de Caro nos abrazamos muy fuerte con Silvia, con lágrimas incluídas, no podíamos creer vernos luego de muchísimos años, fácil 20 años! Desde alguna fiesta.)
Luego se fueron de Verónica y seguimos viéndonos de vez en cuando. En 1979 nos fuimos a vivir a Ushuaia y en noviembre nació Carolina. En el verano viajamos a Buenos Aires y mi hermana Viviana de tan sólo 13 años salió madrina de Caro, recién nacida. Cómo sufrí con el azar que decidió el madrinazgo. Perdí con la moneda tirada al aire.
Cuando en 1982 volvimos a Buenos Aires pero a vivir, nos veíamos casi todos los fines de semana. Íbamos nosotros a su casa o venían ellos. Las infinitas veces que las hamaqué a las dos pequeñas en las hamacas que había en una placita que tenía el edificio en el que vivíamos. Dolo era una dulzura, la nena más tierna y delicada, Caro también pero con los ojitos más pícaros que recuerdo. La risa de Carolina era contagiosa. Invitaba a mirarla. Y hoy se convirtieron en bellas mujeres. Siguen teniendo la misma delicadeza y dulzura una, la misma alegría y picardía la otra. Cuánto las quiero aún así de adultas.
(Fue en su casa, cuando almorzábamos en un día feriado y escuchamos que habían hundido al Crucero Gral Belgrano, dando inicio a la Guerra de Malvinas. Recuerdo cómo se nos arruinó la comida.)
Cuando venían a casa las pequeñas, temblaba un poco porque les encantaba hurgar en nuestra habitación entonces más de una vez tenía que correr a esconder mis cosas que cuidaba celosamente!
Ellos fueron los únicos amigos que compartieron mi fiesta de 15 junto a mis tíos, primos y abuelos, una reunión familiar que hice en mi casa, ese mismo año.
Luego volvímos a Verónica, después me fui a La Plata a la Universidad, mi familia se fue a vivir a Mar del Plata y allí seguimos viéndonos, sobre todo en los festejos de cumpleaños de Dolo en pleno enero en la costa.
Disfruté de la fiesta de sus 15 años en Buenos Aires, me perdí la fiesta de 15 de Caro, recuerdo mi bronca porque mi trabajo no me permitió viajar.
Ya casada y viviendo yo en Capital Federal fui al casamiento de Dolores hace unos 8 años atrás, con mi marido y mis dos pequeñas hijas, mi hermana recién casada y mis padres.
Basílica San Francisco de Asís. Buenos Aires. |
Este domingo de octubre en la fiesta miraba a todos, miraba mi mesa con mi propia familia, sólo faltaba mi papá que se quedó en Mar del Plata. Y me decía, cómo nos cambia el tiempo. Cómo se van trasformando las imágenes físicas. Y pensaba que es cierto que a las amistades en general hay que alimentarlas, por otro lado además que también hay muchas de ellas que son casi familia aunque no compartamos la sangre. Y lo que también confirmaba es que aunque se hagan lentos los contactos y el tiempo pase, el cariño verdadero sigue ahí como siempre. Intacto.
Qué lindo que la pasamos, qué hermosa fiesta. Gracias Caro por compartirla con nosotros. Gracias por darme la oportunidad de abrazarte, de abrazar a tus padres, a tu hermana. Gracias por hacerme tan feliz.
¡Qué bonita historia!
ResponderEliminarSilvia sin palabras, has descripto los sentimientos que hemos sentido, la alegría de volvernos a ver después de tanto tiempo y sentir como si los años no hubieran pasado; me he emocionado mucho al leer y recordar que chiquitas eran todas ustedes y ahora todas unas señoras con sus hogares propios.
ResponderEliminarBesitos