Pasa a veces. Por motivos infinitos… Algunos pueden ser estos.Para algunos pocos.
Sueñan con la Familia Ingalls. Concretan su sueño.
Lo muestran. Orgullosos. Sacan infinitas fotos.Registran sonrisas felices. Metas alcanzadas. Acumulan bendiciones.
Y pasan los años. Pasa la vida. Engrosan los álbumes.
A veces sin preguntarse demasiado. Sin hurgarse los sentimientos demasiado.
Algunos sin ocuparse demasiado.
Pero un día se miran hacia dentro. O miran hacia afuera…. Y comienzan las crisis.
Porque el tiempo siempre se cobra las dudas y los planteos.
O porque para estos ... el amor no era tan fuerte.
Ya no aseguran si son tan felices. Y se cuestionan si alguna vez lo fueron por completo.
Entonces algunos engullen la crisis...
Porque el tiempo siempre se cobra las dudas y los planteos.
O porque para estos ... el amor no era tan fuerte.
Ya no aseguran si son tan felices. Y se cuestionan si alguna vez lo fueron por completo.
Entonces algunos engullen la crisis...
Son los que saben las respuestas. Muchas veces en el
inconsciente. Prefieren no hacerle caso a las dudas. Repiten el mantra.
Que lograron lo importante. La familia Ingalls. Que no es perfecta
claro. Pero es la de sus sueños. Y por nada cambian su estabilidad. Y
justifican sus permitidos…
Le sonríen en automático al objetivo de la cámara. Posan de memoria. Y reciben las bendiciones de la gente que los quiere bien.
Con los años les surge la inercia mecánica. Se hacen expertos. En esconder pensamientos inquietos. Y la familia Ingalls sigue sonriendo...Como siempre. Disfrutando de la seguridad. Sin lastimar corazones ajenos. A sus confusiones. Porque un mundo sin sobresaltos los conforma. En ese momento de su vida. Y creen que pueden vivir así. Sin saltitos en los latidos.
Tranquilos y resignados.
Y el show de fotos continúa… Al ritmo de la gente que los felicita.
Le sonríen en automático al objetivo de la cámara. Posan de memoria. Y reciben las bendiciones de la gente que los quiere bien.
Con los años les surge la inercia mecánica. Se hacen expertos. En esconder pensamientos inquietos. Y la familia Ingalls sigue sonriendo...Como siempre. Disfrutando de la seguridad. Sin lastimar corazones ajenos. A sus confusiones. Porque un mundo sin sobresaltos los conforma. En ese momento de su vida. Y creen que pueden vivir así. Sin saltitos en los latidos.
Tranquilos y resignados.
Y el show de fotos continúa… Al ritmo de la gente que los felicita.
Pero… hay otros…
Que no pueden esquivar las crisis. Esas que estallan insistentes. Que hacen crujir la vida rutinaria.
Crisis que desarman. Que denuncian brillos de miradas apagados. Que hablan de pasiones postergadas.
Entonces...Luchan. Desmenuzan. Analizan. Denuncian. Discuten. Sopesan. Sufren. Adelgazan. Negocian. Concluyen. Deciden.
Y un día la familia Ingalls ya no es más Ingalls. Pero aprenden que siguen siendo una familia. Con fotos con hijos por un lado. Fotos con hijos por el otro....Sin embargo a éstos ya nadie los bendice.
Que no pueden esquivar las crisis. Esas que estallan insistentes. Que hacen crujir la vida rutinaria.
Crisis que desarman. Que denuncian brillos de miradas apagados. Que hablan de pasiones postergadas.
Entonces...Luchan. Desmenuzan. Analizan. Denuncian. Discuten. Sopesan. Sufren. Adelgazan. Negocian. Concluyen. Deciden.
Y un día la familia Ingalls ya no es más Ingalls. Pero aprenden que siguen siendo una familia. Con fotos con hijos por un lado. Fotos con hijos por el otro....Sin embargo a éstos ya nadie los bendice.
Y algunos los miran cual perros con sarna. Los mismos que los bendecían antes.
Otros los miran con piedad, o con compasión, o con miedo. Porque se convirtieron en una tácita competencia…
Su historia se borró de un hondazo.
Huelen miedo. Igual o peor de lo que predecían.
Caminan inertes, buscándole el eje a sus vidas.
Se prometen no dramatizar los cambios. Y descubren que el mensaje estaba muy claro. Pero no supieron verlo estando aturdidos.
Otros los miran con piedad, o con compasión, o con miedo. Porque se convirtieron en una tácita competencia…
Su historia se borró de un hondazo.
Huelen miedo. Igual o peor de lo que predecían.
Caminan inertes, buscándole el eje a sus vidas.
Se prometen no dramatizar los cambios. Y descubren que el mensaje estaba muy claro. Pero no supieron verlo estando aturdidos.
Entonces por fin un día se volvieron más fuertes. Y más valientes de lo que alguna vez fueron.
Y así entienden. Que la felicidad es una actitud que uno elige. Que las personas no son pertenencias. No existen las posesiones humanas.
Nacen solos. Y sólo se pertenecen a sí mismos. A la madre tierra.
Y al fin aceptan que no hay nada que esperar. Sólo vivir. Hoy. Disfrutar. Saborear. Y aprender. Porque de eso se trata la vida.
Y así entienden. Que la felicidad es una actitud que uno elige. Que las personas no son pertenencias. No existen las posesiones humanas.
Nacen solos. Y sólo se pertenecen a sí mismos. A la madre tierra.
Y al fin aceptan que no hay nada que esperar. Sólo vivir. Hoy. Disfrutar. Saborear. Y aprender. Porque de eso se trata la vida.
De este modo deducen. Que los contratos los inventa la
sociedad. Para sentirse más seguros. Que algunos románticos los
firman. Y consiguen la felicidad eterna.
Pero para otros... los contratos tienen fecha de vencimiento.
Si hay algo que reprocharle o reconocerle al divorcio es su honestidad.
Y su desgarrador poder de terminar con la hipocresía de alguna que otra Familia Ingalls.
Y su desgarrador poder de terminar con la hipocresía de alguna que otra Familia Ingalls.